sábado, abril 07, 2007

honestidad de principio de año

Debo admitirlo. El comienzo no fue fácil.

Los años anteriores, en pleno febrero, compraba cuadernos, lápices, carpetas, libretas y todo el sinfín de artículos de escritorio para esperar un año más en la Universidad. No me importaba la inminencia de los paros, de las lecturas cuando uno todavía tiene pereza, ni pasar de largo una que otra noche haciendo trabajos terribles. No. Este año, sin embargo, fue una tortura saber que eran las últimas vacaciones. Salir y conocer, recorrer hasta el cansancio para volver a la ciudad con la irrefutable seguridad de que habían sido las mejores vacaciones del mundo. Estábamos en la playa con las mismas de siempre, desde hace algún tiempo, y las dudas se asomaban tímidas entre las conversaciones del almuerzo, la once o la cena. Sí, la actividad favorita era comer, fumar, beber con moderación y jugar a las cartas. Estábamos todas en las mismas, salvo que yo no terminaba por encontrar mi lugar. Ni en la carrera, ni en el mundo, ni entre la gente. Volví a santiago muerta de miedo. Me habría quedado encerrada en mi casa esperando que el año pasara una vez más, como siento que pasan todos los años; lentos, sin demasiada gracia. Malagradecida, me dirán algunos. Hay mucho de razón en eso también. Inconformista, prefiero.
El asunto es que terminaban las clases y partía a la casa. Nula interacción. Y dadas las cosas de la vida, mis amigas, esas, las mismas de siempre, se percataron y orgaizaron onces y reuniones amables para levantar a las caídas que a esas alturas sumábamos dos y media. O dos y dos medios. Y resultó. Eso y las reuniones en casa de Jen. Los paseos por el parque también, y las conversaciones en el auto, estacionmientos, metros y transantiagos. Tardes insufribles de video-rojo-losvenegas que nos dejaron los ojos cuadrados.
También sirvieron las ayudas que llegaron todas juntas. El día martes se convirtió en mi nuevo día favorito. También sirvió que A me obligara a escribir todos los días y me entregara una instrucción para comenzar a desarrollar la imaginación y también me sirvió que Pé parezca enamorado, porque entonces también me dan ganas de escribir aunque yo no lo esté. Dadas todas las cosas, al fin quedé contenta, cuando vi que había cosas que me gustaban más allá de lo normal y allá voy.

5 Comments:

At 12:56 p. m., Blogger @el_pe said...

No es que esperar que la vida pase sea una manera demasiado mala de vivirla.
Aunque, es verdad, a veces uno se aburre de esperar nada, tanto tiempo.

Suerte en eso de las oncecitas motivacionales. Un abrazo, amiiiiigaaaa kiiiiitsh.

 
At 3:25 p. m., Blogger [Entre Paréntesis] said...

Encerrarse en la casa no es la mejor opción. La mejor manera de combatir los desganos y bajones es con actividades y proyectos.
Fueron tus últimas vacaciones de 3 meses, pero nada más.
Ahora te toca enfrentarte al mundo real y tiene que ser con una buena actitud, así lo pasas bien. Quién sabe, quizás tu trabajo te lleve a conocer lugares que jamás pensaste en conocer en esas vacaciones que describes como las mejores.
No todo es tan malo, carpe diem

Salu2

 
At 3:27 p. m., Blogger [Entre Paréntesis] said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

 
At 5:22 p. m., Blogger agua.con.sal said...

parece que mi amigo patricio no entendió nada de lo que quise decir.

 
At 7:45 p. m., Blogger cancionesdelaradio said...

me siento tan parte del comienzo y tan distante de todo lo demás.. a veces ni me sentía de las mismas de siempre y claramente aún no descubro esas cosas que busco me gusten más de lo normal.

 

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