lunes, septiembre 10, 2007

los transeúntes

La inminente llegada de Benjamín nos tiene convulsionadas. El celular encendido toda la noche en espera de la llamada de Sofía avisando que es tía, que el niño se parece a su madre, que están felices, que partamos a la brevedad para la celebración en el hospital de Av. Matta con Santa Rosa, me hizo recordar las extrañas circunstancias en que hemos ido llegando al mundo mis amigas, mis queridos y yo. Producto de las irregularidades, los cálculos errados, los azares, hemos aparecido a (sobre)poblar un mundo hostil, una ciudad cada vez más oscura, una casa cada vez más ajena. Con Jen estamos convencidas de que la maternidad no es lo nuestro y que, finalmente, nuestro deambular por la vida responde al temor a la enorme responsabilidad que significa traer un crío al mundo y el miedo a desatarle los peores traumas y dolores. Somos hijas de padres transeúntes, que pasean de vez en cuando por la casa, y de madres que han tenido que lidiar con el hecho de verse solas la mayor parte del tiempo. Para bien o para mal, la figura paterna parece un fantasma que pena y tira los pies cuando duermes, incomodando semana por medio. Pienso en Benjamín y en Pamela que, dados los mismos porfiados azares, deberá criar a su hijo con un padre que no es el que se hubiera esperado y, bajo la lógica del "es lo que hay", deberá arreglárselas al igual que un montón de otras mujeres como nuestras madres, tías, vecinas y abuelas. Nada nuevo, pequeña.
El fin de semana me fui a la playa. Con Amir fuimos de paseo y visitamos nuestras antiguas casa de El Quisco. La suya, enrejada y con alarma, mira directo al mar. La de mi abuelo, donde pasé gran parte de mi infancia, lucía deteriorada, de un color horrible y en nada se parecía a la enorme casa a la que fuimos todos los veranos hasta mis doce y que tenía un jardín lleno de tilos, cardenales y duraznos. En esa casa una vez casi sufrimos un par de accidentes. A mi hermano casi se lo traga la tierra - en un sentido completamente literal - y yo casi me ahogo en la piscina. En ambas ocasiones nos salvó mi padre. Miré la casa con nostalgia y recordé las fotos que encontré con el tiempo, medias viejas, medias amarillas. Éramos felices. Bastante felices. Entonces caí en cuenta de los errores que hemos cometido, la falta de perdón, el imposible olvido, el orgullo y el dolor que nos ha traído el tiempo. No sé qué hubiese preferido llegado el momento: el transeúnte o la inexistencia de mi padre.
Pienso en Pamela y en Benjamín y en la horda de tías que sólo quieren darle amor y evitar bajo toda circunstancia que sufra, que se sienta solo, que crea que no es importante o que fue un error. A Benjamín lo esperamos con los brazos abiertos y una montaña de amor sólo para que sea feliz. Para que sus recuerdos, cuando tenga nuestros veintitantos, estén llenos de buenos momentos y que valore el esfuerzo y el amor de su pequeña madre, de su tía que no le va a quitar los ojos de encima, de su joven abuela y de las amigas de Sofía que ven en este pequeño la oportunidad de reivindicarse lentamente con la posibilidad de encontrarse con las niñas que creían que el amor podía resultar y que podríamos armar nuestras propias familias sin cargar con las penas que tenemos encima. Pienso como tú, Jen, y por eso comparto tus palabras más allá de decirte que creo lo mismo. Esperamos a Benjamín porque le va a cambiar la vida a una de nuestras mejores amigas, porque lo ha estado soñando desde hace nueve meses y porque nos ha llamado emocionada, para que reconozcamos el rostro del pequeño Benjamín en la pantalla del computador y porque tiene su boca, según nosotras y, finalmente, el amor de un montón de mujeres para las que él no será un transeúnte más en la casa, sino que será el más importante.

2 Comments:

At 10:48 p. m., Blogger @el_pe said...

sin la posibilidad de cambiar la historia, yo dudo de las bondades de enlistarse en las filas de la vida.
qué bien que hacen los críos, no?

 
At 6:25 p. m., Blogger Annie dog said...

la vida es lo más cambiable que hay. por eso he decidido terminar hoy con el tema de los padres ausentes-transeúntes-comolaspelotas y dedicarme a forjar posibilidades futuras.

nuestro matrimonio tendrá hijos, amado?

 

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